Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

EL IMPACTO DEL MADERISMO EN BAJA CALIFORNIA, 1911

Marco Antonio Samaniego López[ 1 ]


El tema de la Revolución Mexicana en Baja California se ha tratado de manera tradicional, como un movimiento en el que sólo se involucraron el Partido Liberal Mexicano (PLM) y su líder Ricardo Flores Magón. Salvador Hernández Padilla, por ejemplo, denomina los acontecimientos como "La otra revolución",[ 2 ] para diferenciarla de la realizada por Francisco I. Madero. Lawrence Taylor titula su libro La campaña magonista de 1911 en Baja California[ 3 ] y siempre hace mención de los magonistas o los liberales, como si todos los participantes hubieran sido miembros del PLM. Lowell L. Blaisdell, en su trabajo La revolución del desierto, también habla de los magonistas o liberales y, a pesar de que menciona a los mexicanos, que se retiraron para unirse a Madero, o a aquellos que se fueron por no estar de acuerdo con la forma en que se desarrollaba el movimiento en Baja California, no establece las diferencias que se presentaron y se inclina por remarcar el carácter pendenciero de varios de los participantes del movimiento.[ 4 ] De igual forma, Santiago Portilla, en Una sociedad en armas, al referirse a los acontecimientos en Baja California, lo hace con la denominación de revolución magonista.[ 5 ]

Los autores que pretenden demostrar que el movimiento en su conjunto fue de carácter filibustero, y que se buscaba la anexión de la Baja California, han acusado a Ricardo Flores Magón de tener vínculos con el gobierno de los Estados Unidos -hecho que nunca han podido demostrar-, y por tanto no han plasmado la menor referencia a que entre los insurgentes hubo un número importante de sus miembros que se declararon seguidores de Francisco I. Madero. Cabe señalar que Rómulo Velasco Ceballos, en su obra ¿Se apoderará Estados Unidos de América de Baja California? La invasión filibustera de 1911, reconoce que los indígenas de Baja California y los mexicanos que se encontraban en Tijuana durante la primera semana de junio se opusieron de manera terminante a la imposición de la bandera que confeccionó Richard Ferris y que trató de izar Louis James, individuo que sin lugar a dudas representó al filibusterismo.[ 6 ] Otros autores, en su mayoría locales, con la excepción de José López Portillo y Weber,[ 7 ] rescatan las vivencias de quienes presenciaron los hechos, lo mismo que Velasco Ceballos, sólo que éste lo hace siete años después de los acontecimientos, y ratifican la postura de la época: se trató de filibusteros que querían anexar la península a Estados Unidos.[ 8 ] Esta forma de entender los acontecimientos se empezó a generar en febrero de 1911 y requiere de un trabajo aparte para explicarla.[ 9 ] Respecto de los objetivos de este artículo es importante destacar que ninguno de los autores menciona la presencia de los maderistas en el movimiento, ya que, al hacerlo, la tesis de que el movimiento en su conjunto se efectuó con la intención de anexar la península se viene abajo.

En nuestro caso, señalamos que el proceso no se puede entender si buscamos responder sólo a la pregunta de si se trató de revolucionarios o de filibusteros. Asentamos en trabajos precedentes que el movimiento armado en Baja California fue considerado inicialmente por sus habitantes como un intento revolucionario, pero durante el mes de febrero de 1911 se dio una serie de propuestas anexionistas -sin vínculos con Flores Magón- tanto en Caléxico como en San Diego (ambas en California), así como interpretaciones periodísticas que propiciaron que se formara la concepción de filibusterismo a fines febrero, tanto en Ensenada y Tijuana como en Caléxico, lugar éste donde se encontraba refugiada la mayoría de los residentes de Mexicali.

Cuando señalamos que se les concibió de esa manera, no implica que el movimiento en su conjunto tuviera esa intención, sino que se formó dicha idea debido a una serie de factores ocurridos en torno a los acontecimientos. Las declaraciones de Simón Berthold, realizadas el 21 de febrero, en el sentido de que pretendían establecer una república ideal con hombres que trabajaran con sus propias manos -declaración que no es invento de nadie-,[ 10 ] así como el alto número de extranjeros que se sumaron al movimiento -muchos de ellos miembros de la Industrial Workers of the World (IWW), otros simpatizantes de la causa revolucionaria sin distinguir entre Madero y Flores Magón-, fueron elementos que provocaron la idea de que se trataba de un movimiento anexionista. Y, desde finales de febrero de 1911, los residentes del Distrito Norte de la Baja California empezaron a organizarse de diversas maneras para realizar lo que consideraron una defensa de la patria. Durante el mes de marzo, cuando se movilizaron más de 20 000 hombres a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, 2 500 de los cuales se establecieron en la frontera entre California y Baja California, se generaron otros procesos que reafirmaron esta idea. De hecho, los residentes de Baja California no hicieron la menor alusión a Ricardo Flores Magón y se organizaron contra una posible intervención del gobierno de Estados Unidos. Las referencias al líder del PLM son hasta el mes de mayo, cuando Flores Magón se presenta como líder nominal del movimiento.

Ya que la discusión se ha centrado, por una parte, en demostrar que Ricardo Flores Magón no era un filibustero y, por otra, que el movimiento en su conjunto tuvo la intención de anexar la Baja California, muchos elementos se han quedado sin la debida interpretación. No se ha tomado en cuenta, por ejemplo, la participación de residentes de Baja California -en su mayoría indígenas-, así como el hecho de que entre los hombres que formaron el contingente armado en Baja California se declararan maderistas e, incluso, que el licenciamiento de junio en Mexicali se realizara de acuerdo con los tratados de Ciudad Juárez y por tanto con el debido reconocimiento de que habían luchado por la bandera del Plan de San Luis. En Tijuana, donde hubo enfrentamiento militar, el contingente dirigido por Jack Mosby se vio disminuido en los días anteriores al combate del 22 de junio debido a que un número considerable del grupo o se habían retirado con el filibustero Louis James, o se fueron del poblado fronterizo, dado que creyeron cumplida su misión: el derrocamiento de Porfirio Díaz. De hecho, una de las conclusiones de nuestra investigación es que el movimiento armado en Baja California debe ser visto como un proceso en el que se interrelacionaron miembros del PLM, maderistas, revolucionarios (extranjeros o mexicanos que no distinguían bien entre Madero y Flores Magón), residentes de Baja California (quienes en su mayoría se iniciaron como magonistas pero se convirtieron al maderismo triunfante) y, por último, sin duda auténticos filibusteros, como es el caso más evidente de Louis James.[ 11 ]

El problema fundamental del contingente armado fue la unidad, ya que nunca lograron convertirse en un verdadero grupo y siempre mantuvieron diferencias de carácter racial, sobre todo entre estadounidenses y mexicanos, y, de manera especial, entre los extranjeros y los indígenas de Baja California. Otra diferencia importante, muy ligada a la anterior, es que varios de los integrantes del contingente armado no establecieron diferencias muy claras entre Flores Magón y Madero y, al presentarse problemas de carácter racial -sobre todo por el liderazgo-, los mexicanos decidieron marcharse a Sonora o a Chihuahua, para integrarse de lleno al maderismo. Aun así, los que permanecieron en Baja California, y sobre todo en lo que respecta a los mexicanos -entre ellos la mayoría de los bajacalifornianos que participaron-, fueron quienes sacaron la bandera maderista en Mexicali y firmaron la paz de acuerdo con los tratados de Ciudad Juárez.

De igual forma, los autores que han tratado el tema, en cualquiera de las posturas, han omitido que en Baja California, tanto en Ensenada como en Caléxico, donde se encontraban refugiados los mexicalenses, hubo seguidores de Francisco I. Madero. Incluso los comerciantes de Ensenada estuvieron muy ad hoc con las demandas de la época al realizar propuestas civilistas; en este sentido solicitaron que los militares dejaran de gobernar, defendieron la autonomía municipal y pidieron que un residente de la región estuviera al frente del gobierno del Distrito. En Caléxico, California, un grupo de mexicalenses eligió un cabildo maderista y solicitó la formación del municipio con la intención de dejar de depender del ayuntamiento de Ensenada. En ambos casos se puede hablar de maderistas tardíos o de última hora, como califica Alan Knight a quienes se sumaron a la ola de la revolución triunfante.[ 12 ] En Ensenada, un grupo de comerciantes aprovechó la coyuntura del movimiento armado para criticar la actuación política, administrativa y militar de Celso Vega, y aun antes de la victoria de Madero manifestaron su simpatía por el hacendado coahuilense. Por otro lado, sus demandas se contraponen a la tesis de que el iniciador de la idea de filibusterismo haya sido Celso Vega, con la supuesta intención de desprestigiar a Flores Magón. De hecho, Celso Vega carecía de la estatura moral para tener una credibilidad que le permitiera difundir una idea como la señalada, además de que la mención de filibusterismo no partió de él.[ 13 ]

Cabe señalar que en este artículo nos centramos en los mexicanos que participaron en el movimiento, ya que para referirnos a los extranjeros se requiere un trabajo aparte. A continuación presentamos una síntesis del movimiento.

Síntesis del movimiento armado

El 29 de enero de 1911, un grupo de mexicanos tomó a nombre del Partido Liberal Mexicano el poblado de Mexicali. José María Leyva y Simón Berthold eran los líderes del movimiento. La mayoría de los habitantes del poblado fronterizo se cruzó a Caléxico, California, donde permanecieron hasta el mes de junio. Varios de los residentes del área, como Rodolfo L. Gallego, Margarita Ortega, Natividad Cortés y Salvador Orozco, colaboraron con los rebeldes, mientras que miembros de las familias Ochoa -dueños de una ranchería- y Esparza también apoyaron en un inicio la revolución.[ 14 ] El objetivo expresado por Simón Berthold fue el de derrocar al gobierno de Porfirio Díaz. En los días siguientes se sumaron numerosos combatientes, muchos de ellos de nacionalidad extranjera. La mayoría eran miembros de organizaciones socialistas y anarquistas de los Estados Unidos, entre los que predominaban integrantes de la agrupación anarquista IWW.

Celso Vega, jefe político y militar del Distrito Norte de la Baja California con residencia en Ensenada, organizó tanto a militares como a un grupo de rancheros voluntarios que ofrecieron sus servicios para atacar a los revolucionarios que ocuparon Mexicali (utilizamos la palabra "revolucionarios" debido a que la concepción de que se trataba de filibusterismo fue posterior a estos acontecimientos y los voluntarios se sumaron con la intención expresa de ayudar al gobierno constituido). En el trayecto, varios indígenas de la región se sumaron a los voluntarios. El 15 de febrero, las tropas comandadas por Vega llegaron a las afueras de Mexicali y combatieron a los ocupantes del poblado, y estos últimos resultaron triunfadores. Vega fue herido y la tropa, así como los voluntarios, se retiró del lugar.

El triunfo militar del grupo armado influyó en un aumento significativo de miembros, al grado de que, para finales de febrero, había en Mexicali más de 200 hombres en armas, entre extranjeros y mexicanos. Sin embargo, la prensa estadounidense y la mexicana empezaron a especular sobre el carácter del movimiento armado. De igual forma, varios empresarios de Estados Unidos contemplaron la posibilidad de que este movimiento conllevara a la anexión de la península de Baja California o una parte de ella a ese país.

Uno de los grupos que en un primer momento consideró la anexión fue el de los rancheros de Valle Imperial, quienes se encontraban muy interesados en que el valle de Mexicali pasara a los Estados Unidos. Su marcado interés se debía a que los canales de irrigación por los que cruzaba el agua a sus tierras se encontraban en el lado mexicano.[ 15 ] Un vocero de ello fue el periódico Calexico Chronicle, editado por Otis B. Tout, quien apoyó al movimiento armado, pero su intención real era la anexión del valle de Mexicali, al igual que las propuestas hechas por empresarios de San Diego y Los Ángeles, California. Asimismo se supo de varios miembros tanto de la armada naval como del ejército estadounidense que se sumaron a la fuerza que se encontraba en Mexicali.

Lo anterior se reflejó en la prensa de San Diego, donde se especuló acerca de los motivos reales del grupo armado que tenía a Mexicali bajo su control. Incluso se llegó a considerar que una partida de filibusteros, con la expresa intención de anexar la península a Estados Unidos, se estaba organizando en dicho puerto. El 6 de febrero, un residente de San Diego, afirmó: "compraremos la Baja California al presidente Díaz si él la vende. Si no, nosotros mostraremos algo más. Filibusteros podrían formarse fácilmente aquí para tomar el país".[ 16 ] La policía sandieguina vigiló la bahía en busca del posible grupo;[ 17 ] sin embargo, el contingente no se organizó. Por su parte, el promotor de espectáculos Dick Ferris, desde San Francisco, California, solicitó a Porfirio Díaz la formación de la "república de Díaz"; y, de no aceptarse, amenazó con organizar un grupo armado que ocuparía la Baja California. Publicó en diarios de Nueva York un desplegado en el que solicitaba a 1 000 hombres para la integración del nuevo país.[ 18 ]

El dirigente Simón Berthold señaló al capitán estadounidense Conrad S. Babcock, apostado en Caléxico con la finalidad de cuidar la aplicación de las leyes de neutralidad, que su movimiento era independiente del de Francisco I. Madero. Berthold afirmó que su intención era hacer de Baja California un gobierno separado, en el cual los hombres que trabajaban duro y los socialistas que no estuvieran satisfechos con las condiciones de otro lugar podían sumarse y ayudarlos a formar un nuevo gobierno. Berthold mencionó que su meta era llegar a consolidar una utopía con hombres ideales.[ 19 ] Esta declaración tuvo varios efectos; el principal de ellos, que la amenaza que rondaba la península desde muchos años atrás podía llevarse a cabo en esta ocasión. El 26 de febrero, Berthold estuvo en San Diego con las organizaciones socialistas del lugar. Se realizó un mitin al que acudieron varios mexicanos, entre ellos tres enviados de José María Larroque, subprefecto político de Tijuana. Los mensajeros informaron a Larroque que durante la reunión se había hablado de la formación de una república -la documentación no permite saber si se mencionó que sería de carácter socialista. Por todo lo anterior, Larroque envió un escrito a Celso Vega en el que señaló:

Todo indica que los filibusteros actuales no son más que un parapeto, sostenidos (fundadamente creo) por el gobierno americano, porque no se explica la tolerancia de las autoridades norteamericanas ante tanto cinismo y descaro, porque públicamente hacen todo.[ 20 ]

El documento nos permite afirmar que en Tijuana, desde finales de febrero, se concibió que se trataba de un movimiento armado amparado por el gobierno de Estados Unidos. Esta aseveración es muy importante, ya que determinó el inicio de una defensa del territorio nacional por parte de los residentes del poblado fronterizo.

El puerto de Ensenada, a donde llegaba también la información de lo que ocurría en San Diego, vivió momentos de tensión constante, dadas las especulaciones periodísticas de que podría tratarse de un nuevo intento de apoderarse de la Baja California. Se conocían las numerosas propuestas que existieron en la primera década del siglo, en que diputados y senadores de California y Arizona hicieron manifiesto en incontables ocasiones que ello ocurriera, además del ya famoso intento de William Walker en 1853-1854 y del intento de 1890. El 24 de febrero una bomba estalló en el parque de la ciudad y se acusó a un estadounidense de ser el causante de ello.[ 21 ] Asimismo, como efecto de los comentarios periodísticos, cundió el rumor de que 150 filibusteros desembarcarían en Ensenada. El lunes 27 de febrero avistaron que un barco entraba a la bahía y de inmediato se extendió el grito de alarma. La población se alistó para la defensa contra el supuesto grupo invasor. Sin embargo, al aproximarse la embarcación, se dieron cuenta de que se trataba de Aurelio Sandoval en el Yankee Girl, en uno de sus múltiples recorridos por la región, como parte de una compañía que explotaba los recursos del mar. A pesar de la confusión, hay un hecho evidente: la población estaba dispuesta a defenderse de los filibusteros que los atacarían desde el mar.

El temor de una invasión norteamericana se incrementó cuando el gobierno de Estados Unidos ordenó el envío de 20 000 hombres armados a la frontera con México. Hubo muchas especulaciones en ambos países acerca de los motivos de ello. Para algunos fue evidente que se trataba de anexar todo el país a Estados Unidos; para otros, era sólo Baja California. Hubo también quienes interpretaron el hecho como una intimidación a los japoneses, de quienes se decía que estaban en estrecha relación con Porfirio Díaz porque deseaban obtener la concesión de Bahía Magdalena, localizada en el Distrito Sur de la Baja California. El 8 de marzo, dos miembros del VIII Batallón, regimiento H, del ejército de Estados Unidos, por error cruzaron la línea divisoria con nuestro país.

En esos mismos días se publicó de manera recurrente la existencia de un grupo armado en las cercanías de Campo, California, muy próximo al poblado de Tecate, y que en cualquier momento podría atacar Tijuana. Dicho grupo, en efecto, se encontraba en el sitio mencionado, por lo que los residentes de Tijuana vivían en tensión constante.[ 22 ] Al avistar a los dos soldados norteamericanos cruzar a territorio mexicano, José María Larroque dio el grito de alarma: se iniciaba la invasión norteamericana, y, con ello, la defensa del territorio nacional. Por más de una hora el poblado fronterizo de Tijuana estuvo en pie de guerra, alerta.[ 23 ] Posteriormente, el capitán Evans del VIII Batallón aclaró que todo fue causado por la curiosidad de los dos jóvenes soldados que querían conocer el otro lado de la frontera.

Existen muchos otros acontecimientos que propiciaron que el movimiento armado se concibiera como una invasión filibustera que pretendía anexar territorio mexicano a Estados Unidos. No es posible detenernos en ellos por razones de espacio. Lo evidente es que, sin haber visto al grupo armado, para los habitantes de la zona costera del Distrito, desde finales de febrero, se trataba de un asunto de defensa del territorio mexicano. Y si durante el primer mes se armaron en contra de revolucionarios, después lo hicieron convencidos de que se trataba de defender la integridad nacional.

Mientras tanto, en Mexicali, las dos últimas semanas de febrero significaron un aumento sustancial de hombres en armas, pero también una seria dificultad por tener bajo el mismo mando a un creciente grupo de extranjeros, principalmente estadounidenses. A principios de marzo, el problema racial hizo crisis, y Stanley Williams, miembro de la IWW, se separó de Leyva y Berthold para formar la Legión Extranjera,[ 24 ] esto con grave demérito de la autoridad de Ricardo Flores Magón, quien desde Los Ángeles perdía el control del movimiento armado. De hecho, José Cardoza, junto con 40 hombres se fue con destino a Sonora. No es posible determinar si pretendía mantenerse como parte del movimiento del PLM o si pretendía pasarse al maderismo, ya que fue acribillado en dicho lugar y por tanto no sabemos cuál era su intención. Este éxodo se repitió en varias ocasiones por otros miembros del grupo que incursionó en Baja California.[ 25 ] Las divisiones entre el contingente armado se hicieron cada vez más notorias y afectaron el desarrollo de las acciones militares. El 10 de marzo, alrededor de 35 indígenas cucapá se unieron al movimiento armado. Los mencionados tuvieron problemas para integrarse al grupo, sobre todo con los extranjeros voluntarios.

El gobierno federal envió al VIII Batallón de Infantería bajo el mando del coronel Miguel Mayol, con el objetivo de proteger las obras de irrigación que se efectuaban en el valle de Mexicali. El batallón de 500 hombres arribó al puerto de Ensenada el 8 de marzo. Cuatro días después, Luis Rodríguez, a la cabeza de un pequeño grupo armado que rondaba por las cercanías de Campo, California, atacó el poblado de Tecate, así como varias rancherías aledañas. La mayoría de los residentes, sobre todo las mujeres y los niños, se cruzó a Estados Unidos, donde estuvieron en calidad de refugiados. El coronel Mayol envió al capitán Justino Mendieta con setenta hombres del VIII Batallón para combatir a los hombres de Rodríguez. Mendieta derrotó al grupo de Rodríguez y recuperó el lugar.

Por su parte, José María Leyva y Simón Berthold partieron de Mexicali con rumbo a Tecate con la finalidad de apoyar al grupo de Luis Rodríguez. El 16 de marzo se separaron en la Laguna Salada, Leyva continuó a Tecate y Berthold se dirigió al poblado de El Álamo, ubicado en el sureste de Ensenada. En el trayecto, los indígenas Jorge González, José Higuera y Alberto Rodríguez, este último de origen yaqui, que se encontraban a las órdenes del gobierno, esperaban la llegada del contingente para dar aviso a las autoridades. Alberto Rodríguez, quien tenía una fotografía de Berthold, disparó en contra de éste, hiriéndolo en una pierna. Berthold murió días después. Sus hombres ocuparon el poblado de El Álamo y causaron una serie de desmanes. La mayoría de los habitantes del lugar se había retirado a la sierra. A los pocos días se presentaron graves diferencias entre los estadounidenses y los mexicanos. Los primeros en separarse del grupo fueron los indígenas bajacalifornianos, pai-pai y kiliwa, liderados por Emilio Guerrero y Francisco Pacheco.

Leyva avanzó a Tecate, donde se encontró con que Luis Rodríguez ya había sido derrotado por Mendieta, a quien se vio obligado a darle batalla. El triunfo correspondió al VIII Batallón de Infantería. Leyva se retiró con rumbo a Mexicali y fue criticado duramente por sus hombres, quienes lo consideraron un incompetente. Fue sustituido por Francisco Vázquez Salinas, antiguo miembro del ejército porfirista, con más de cinco años de residir en San Diego.[ 26 ] Sin embargo, Salinas tuvo enfrentamientos con Stanley Williams, quien realizó una serie de confiscaciones entre los rancheros estadounidenses del valle de Mexicali. Salinas declaró a Williams fuera de la ley, pero no hizo nada en contra de éste. El 8 de abril, el VIII Batallón de Infantería llegó a las afueras de Mexicali. Williams salió a combatirlo sin el apoyo de Salinas, quien pensaba que lo prudente era esperar el ataque por encontrarse en mejor posición en el poblado. Williams fue baleado en el combate y sus hombres debieron retroceder; un día después, Williams falleció en Caléxico.[ 27 ] El Calexico Chronicle manejó la batalla como un triunfo de los insurrectos. Mayol, quien gastó mucho de su parque en el combate, preguntó por vía telegráfica si atacaba Mexicali, pero se le ordenó que continuara su camino hacia las obras de irrigación en el río Colorado.

El galés Carl Ap Rhys Pryce sustituyó a Stanley Williams en el mando de la Legión Extranjera y al igual que éste tuvo múltiples dificultades con Francisco Vázquez Salinas. El enfrentamiento entre ellos terminó en la destitución de este último, quien prefirió retirarse de nuevo a Estados Unidos. Francisco Quijada sustituyó a Salinas, pero en realidad el mando lo ejerció Pryce, quien con la intención de prepararse para atacar Ensenada permitió una serie de confiscaciones en las rancherías que provocaron el pánico de los rancheros de Valle Imperial, que se sentían amenazados por la presencia cercana de un grupo de ladrones, como los llamaban para esas fechas. Debido a ello, los granjeros y los comerciantes de Valle Imperial solicitaron al presidente Taft la intervención del ejército de Estados Unidos.[ 28 ] Pryce marchó con rumbo a Tecate, donde se unió a los hombres que habían estado en El Álamo, para atacar el poblado de Tijuana. El 8 y 9 de mayo se realizó el enfrentamiento. Por parte de los defensores del poblado había miembros del ejército, rancheros voluntarios y empleados de la administración federal, y algunos maderistas, como Luis Álvarez Gayou, exiliado en San Diego por el gobierno de Porfirio Díaz, y quien, al igual que los demás, consideró que se trataba de un intento separatista. El 9 de mayo, Tijuana cayó en manos de los insurrectos.

En las siguientes semanas hubo muchos conflictos entre los miembros del grupo armado. La discusión principal, además de las constantes diferencias raciales, giró alrededor de si se debía continuar luchando o hacer caso al armisticio firmado por Madero en Ciudad Juárez.[ 29 ] Ricardo Flores Magón pugnó en sus escritos por continuar la lucha armada, pero muchos de los integrantes del grupo se retiraron, ya a Estados Unidos, ya a Chihuahua, donde el movimiento revolucionario tenía su eje principal.

Los primeros días de junio hizo su aparición en Tijuana el promotor de espectáculos Dick Ferris, quien encontró en Louis James (un miembro del grupo armado) apoyo para sus propuestas separatistas, y juntos realizaron declaraciones en el sentido de que el movimiento armado no tenía relación con Flores Magón y que la intención era formar una nueva república. James nombró a Ferris presidente del naciente país, pero éste rechazó el cargo. El 5 de junio, James trató de izar una bandera parecida a la estadounidense en Tijuana, pero los mexicanos, entre ellos los indígenas pai-pai y kiliwa, al mando de Emilio Guerrero, quemaron la bandera.[ 30 ] En los días posteriores, hubo muchas diferencias entre los insurrectos. Guerrero y sus hombres debieron enfrentarse a varios estadounidenses, hasta que al final se retiraron hacia los poblados localizados al sur de Ensenada. Paradójicamente, meses después Guerrero acusó de filibusteros a los hombres que ocuparon Tijuana.[ 31 ]

Por su parte, un grupo numeroso de residentes de Ensenada, que se fueron a San Diego, apoyados por mexicanos que residían en dicho puerto -y que no tenían motivos para dar su apoyo al gobierno de Porfirio Díaz-, convocó a la defensa de la Baja California con el nombre de Junta de Defensores de la Integridad Nacional y en las dos últimas semanas de mayo envió a poco más de 300 hombres a Ensenada. Para entonces, el VIII Batallón de Infantería había regresado del valle de Mexicali, donde temporalmente se habían suspendido las obras de irrigación. Con ello, Celso Vega tuvo más de 800 hombres armados para combatir a los insurrectos que ocupaban Tijuana.

Así, durante el mes de junio, Celso Vega se fortaleció, mientras el grupo insurrecto que ocupaba Tijuana tenía problemas de integración. Finalmente, Celso Vega, ya recuperado de sus heridas, decidió atacar a los ocupantes de Tijuana y el 22 de junio se realizó el combate. La victoria correspondió al grupo comandado por Celso Vega. Jack Mosby y sus hombres cruzaron a Estados Unidos, donde se les encarceló por unos días y después fueron liberados ante la incredulidad de los bajacalifornianos que consideraban que se requería castigar en forma severa a quienes, desde su concepción, trataron de separar la Baja California de territorio mexicano. En los años siguientes, el acontecimiento se mantuvo en la tradición local como un movimiento separatista que encabezó Ricardo Flores Magón en unión de Dick Ferris y de algunos otros empresarios estadounidenses. Pasemos ahora a puntualizar varios detalles que revelan las razones de las divisiones del contingente armado, y cómo, a pesar de la caracterización como un movimiento magonista, las acciones y demandas de muchos de los integrantes no tuvieron la pretensión de seguir lo establecido por el presidente del PLM.

La toma de Mexicali: ¿magonistas?

La campaña realizada por agentes magonistas en Baja California encontró respuesta principalmente entre indígenas cucapá, kiliwa y pai-pai.[ 32 ] El líder inicial fue Camilo Jiménez, pero, al morir éste en combate, se destacaron Emilio Guerrero y el capitán Carlos; el primero dirigió también a los indios de la sierra, mientras que el segundo se mantuvo en el valle de Mexicali. Alrededor de 70 indígenas participaron en el movimiento armado del lado revolucionario, aunque la mayoría de los indígenas del Distrito Norte de la Baja California permaneció fiel al gobierno y varios de ellos colaboraron con los rancheros de las delegaciones de Tecate y Tijuana en la defensa, primero, del gobierno constituido, y, desde finales de febrero, en contra de lo que se empezó a interpretar como un movimiento anexionista. De igual forma, varios rancheros de Mexicali, entre los que se destacan Rodolfo L. Gallego, Salvador Orozco, Margarita Ortega, Feliciano B. Esparza -quien distribuía Regeneración -, Natividad Cortés, así como varios integrantes de las familias Ochoa y Esparza, se vieron involucrados en la organización del movimiento. Manuel Cabrera, propietario de ganado y desalojado del lugar denominado El Mayor por los dueños de la Colorado River Land Company -empresa propietaria de más de 300 000 hectáreas en el delta del Río Colorado-, fue uno de los que colaboró en hacer propaganda entre los indígenas. De todos ellos, los únicos que permanecieron fieles al PLM fueron Natividad Cortés y Margarita Ortega; los demás, luego de los tratados de Ciudad Juárez se declararon maderistas, incluidos los indígenas cucapá.[ 33 ]

En efecto, a pesar de la colaboración inicial de los rancheros de Mexicali arriba mencionados, Rodolfo L. Gallego se declaró, el 8 de junio de 1911, seguidor de Francisco I. Madero y proclamó el Plan de San Luis.[ 34 ] Posteriormente, en una carta que dirigió a Madero, aseguró que perteneció "al magonismo, y comulgué con sus criminales ideas, juzgándolas de democracia y libertad, y los ayudé muy efectivamente en el sostenimiento de sus hordas que atacaron y tuvieron Mexicali durante casi seis meses"; y aseguró que luego de visitar a Flores Magón en Los Ángeles y discutir con él sin llegar a ningún acuerdo escribió: "volví a Caléxico, en cuya población reuní armas y gente, secundado por la ayuda material de mis amigos y personas de medios pecuniarios, y con el disimulo de las autoridades americanas, entrando al fin a Mexicali sin combatir, ya que no hubo necesidad en virtud del arreglo".[ 35 ]

Cabe señalar que, al referirse a sus "amigos", Gallego considera a los dueños de la Colorado River Land y a Alberto F. Andrade, gerente de la compañía del ferrocarril South Pacific, quienes estaban muy interesados en que el movimiento terminara, ya que urgía recoger la cosecha de caña de azúcar. Junto con Gallego, los indígenas cucapá, Feliciano Esparza y los miembros de la familia Ochoa se sumaron al maderismo. En forma general, alrededor de 90 hombres formaron el contingente de Gallego; muchos de ellos eran de los antiguos "magonistas", y otros se sumaron apoyados económicamente por la Colorado River Land Company y la empresa del ferrocarril.

En cuanto a los que se retiraron, previa indemnización de diez dólares, es muy difícil saber su número, ya que algunos se fueron con Gallego. La cifra que reporta Enrique de la Sierra, cónsul mexicano en Caléxico, es elevada, ya que con base en sus datos estaríamos hablando de un licenciamiento de 100 hombres. Sin embargo, es más factible que hayan sido entre 50 y 60 los que aceptaron retirarse de acuerdo con los tratados de Ciudad Juárez.[ 36 ] Así, de manera paradójica, Gallego con 90 hombres resultó ganador por haber levantado la bandera maderista el 8 de junio y los que aceptaron los diez dólares también, ya que, según la lógica de los tratados, los licenciados fueron los triunfadores y como pago a su participación se les otorgó la cantidad señalada. Cabe decir que Gallego se quedó en el cargo de subprefecto político de Mexicali.[ 37 ]

Otros de los primeros ocupantes de Mexicali también se unieron al maderismo. El caso de José María Leyva es el más conocido. El primero era el general en jefe de las fuerzas insurrectas -que, dadas las conclusiones del presente trabajo, no podemos asentar "de los magonistas"-, nombrado por Ricardo Flores Magón.[ 38 ] Sin embargo, las ideas de Flores Magón no debieron ser muy importantes para Leyva, ya que éste se mostró en poco tiempo desafecto de las pretensiones de Flores Magón, y sobre todo le molestó la presencia de un elevado número de extranjeros en las filas insurgentes.

En rigor, los conflictos con los extranjeros se iniciaron desde los primeros días de febrero, en especial con Stanley Williams, un miembro de la IWW que formó la Legión Extranjera y que actuó de manera independiente de las órdenes de Flores Magón y de los mexicanos que supuestamente estaban al frente de las acciones armadas. De hecho, el propio Ricardo Flores Magón escribió el 15 de marzo: "De ninguna manera se admita a Stanley. Éste es un enemigo".[ 39 ] José María Leyva nunca logró someter a Stanley Williams a sus órdenes y en cambio sí disminuyó severamente su imagen y confianza ante los demás miembros del grupo. Así, por ejemplo, el capitán López, y quien fuera de los primeros ocupantes de Mexicali, le aseguró a Miguel Bravo (miembro del PLM, que llegó a Mexicali a principios de marzo y poco después se pasó al maderismo) que "su separación obedeció a que ya no le fue posible soportar más a aquella gente, casi en su totalidad americanos que no obedecían ninguna orden y que cometían abusos y depredaciones de una manera desenfrenada".[ 40 ]

Bajo tales circunstancias, la derrota que sufrió José María Leyva en los alrededores de Tecate, a finales de marzo, le significó el desconocimiento de la tropa y que se le expulsara de Mexicali a principios de abril. Leyva salió con rumbo a Chihuahua para unirse al maderismo. Luego de los tratados de Ciudad Juárez, Leyva y Jesús González Monroy (otro miembro del PLMque después de estar en Mexicali prefirió irse a Chihuahua) fueron nombrados pacificadores de la Baja California por Abraham González, gobernador maderista de dicho estado. Leyva y Monroy llegaron al poblado de Mexicali durante los primeros días de junio y se dedicaron a realizar algunos arreglos con Francisco Quijada, para entonces dirigente de los hombres que permanecían en Mexicali. Quijada, por su parte, desde finales de mayo había facultado al comerciante Benigno Barreiro "para arreglar que los individuos bajo su mando depongan armas desconociendo junta magonista".[ 41 ] Así, Leyva llegó a terreno en el que los combatientes ya deseaban pasarse al maderismo, aunque el hecho de que hubiera sido el líder inicial le había generado algunos problemas, pues fue llamado traidor.[ 42 ]

Al enterarse Ricardo Flores Magón de la presencia de Leyva y Monroy en Mexicali, éstos tuvieron un aviso de Jesús Flores Magón de que Ricardo había dado orden de matarlos, por lo que Leyva y Monroy se fueron de Mexicali sin haberse realizado la entrega completa de las armas, hecho que ocurrió el 17 de junio ante otro grupo de pacificadores que se había organizado.[ 43 ] Ambos se fueron con destino a San Diego para llegar a un acuerdo con los hombres que dirigía para ese entonces Jack Mosby. Sin embargo, las pretensiones de éste fueron muy altas y no hubo posibilidad de arreglo. Además, Celso Vega, apoyado por el VIII Batallón de Infantería y alrededor de 300 voluntarios, había atacado Tijuana el 22 de junio, saliendo victorioso. Así, pues, el general en jefe, José María Leyva, resultó a final de cuentas un agente más del maderismo. ¿Cómo hablar de un movimiento magonista, cuando el primer líder militar no tenía la intención de seguir las ideas del presidente del PLM?

Una posible respuesta sería señalar que Leyva era un traidor o que se trataba de una excepción. Pero los hechos demuestran que, en el caso de los mexicanos -como ya anotamos, de los extranjeros se requiere un escrito aparte-, la actitud de Leyva se vuelve más una generalidad. El ejemplo siguiente resulta por demás ilustrativo. Luego de la ocupación de Mexicali, el grupo comandado por Leyva y Simón Berthold Chacón se retiró hacia la Laguna Salada, donde se les unieron los extranjeros que enviaba la central de la IWW desde el poblado de Hotville, en Valle Imperial. El indígena Camilo Jiménez, con un grupo de 60 hombres se dirigió hacia Paso de Picachos, hoy conocido como La Rumorosa. Allí, el 5 de febrero, "organizaron una ceremonia cívico-militar, dirigida por el ex federal Adrián M. López, y en la que los oradores, decorados con cartucheras, juraron solemnemente no abandonar las armas, hasta restaurar el imperio de la Constitución de 1857".[ 44 ] Ese mismo día, sus enemigos, al mando de Celso Vega y del capitán voluntario Julio Núñez, izaron a unos cuantos kilómetros de distancia

el pabellón nacional. Es día de gloriosos recuerdos para la patria. Por fin ha dejado de llover. El cielo nos depara un buen día para rememorar esta gran fecha [...]. A la misma hora se arría el pabellón nacional, formando las fuerzas de la columna, las que presentaron las armas en el acto y tocando la banda la marcha de honor. El acto fue emocionante.[ 45 ]

Si vemos el hecho de que se trata de dos grupos de mexicanos que respetan la Constitución de 1857, podemos hablar de la expresión de un sentido nacionalista y patriótico. Tanto los revolucionarios como los soldados federales y los rancheros voluntarios cumplieron con un mismo rito. Pero, ¿no se supone que los revolucionarios, si eran seguidores de las ideas de Ricardo Flores Magón, es decir, anarquistas, y, por tanto, ajenos a los valores de la patria, debieron ignorar la celebración de una constitución que en esencia favoreció el desarrollo capitalista y privilegió la figura del Estado? ¿Acaso el anarquismo no lucha precisamente en contra del capitalismo? ¿Acaso el anarquismo no demanda la desaparición del Estado? Dicho de otra manera, para ser magonistas resultan demasiado patrióticos y reivindicadores de la Constitución de 1857, demanda que es una de las banderas del maderismo, no del magonismo. Y si tomamos en cuenta que es Camilo Jiménez el líder del grupo, aunque la ceremonia la encabeza Adrián López, ex soldado federal, ¿cuál fue el discurso de Jiménez para realizar la propaganda revolucionaria en los meses previos a la contienda? No tenemos elementos para responder esta pregunta, pero es evidente que la distancia entre el líder nominal del movimiento -Flores Magón- y los militantes armados era considerable.

Así, pues, la respuesta fácil de considerar traidor a Leyva nos puede conducir a interpretaciones erróneas de los hechos. La salida del mando de Leyva no respondió a dificultades ideológicas, sino a la mala conducción militar de éste y a los problemas constantes con los extranjeros. Por otro lado, quienes sustentan que el movimiento en su conjunto tuvo un carácter filibustero se encuentran con la grave dificultad de que estos supuestos anexionistas resultan demasiado patrióticos para tales propósitos.

Un caso especial fue el de José Cardoza, quien se retiró de Mexicali con 40 hombres, pero no se sumó al maderismo en Sonora, sino que al parecer se mantuvo como seguidor del PLM. Cardoza había recibido en meses anteriores, al inicio del movimiento, varias cartas de Flores Magón, y pretendió ocupar el sitio de José María Leyva durante los primeros días de marzo. De hecho logró que Stanley Williams lo reconociera como general, pero, luego de que Leyva lograra la expulsión de Williams por unos días, Cardoza se retiró.[ 46 ] Es importante hacer hincapié en que el personaje clave en todo ello es Williams, no Flores Magón, lo que nos da una idea de la importancia de los extranjeros en el terreno de los hechos.

Cabe señalar que Leyva temía que el alto número de extranjeros fuera en realidad para buscar la anexión de Baja California a Estados Unidos. En el trayecto hacia Sonora, Cardoza y sus hombres tomaron dirección al río Colorado -donde se realizaban trabajos de irrigación con inversión directa del gobierno de Estados Unidos, por un millón de dólares-; debido a ello, los rancheros de Valle Imperial que dependían por completo de los trabajos que se realizaban en territorio mexicano amenazaron con entrar a defender las obras, ya que pensaron que Cardoza pretendía explotar los canales.[ 47 ] ¿Representaba Cardoza al auténtico magonismo? No podemos saberlo, aunque es probable, dado que siguió en las filas del partido y lo ametrallaron por ser miembro de dicha organización.[ 48 ] Pero el caso es que si estos mexicanos eran los seguidores de Flores Magón, se retiraron demasiado pronto: en marzo.

Varios de los ocupantes de Mexicali, como el Güero Robles, el capitán Morán (ex soldado federal), José Aréchiga, Santiago Salazar y José Valenzuela, se retiraron de Baja California. No ha sido posible identificar más detalles. En el caso de Valenzuela, éste se fue debido a que, luego de la muerte de Simón Berthold en El Álamo, fue electo como líder por los pocos mexicanos que había en el grupo, pero los extranjeros se negaron a reconocerlo y nombraron a Jack Mosby, quien a final de cuentas se quedó con el mando. Valenzuela, como otros casos semejantes, se retiró de Baja California.[ 49 ]

Emilio Guerrero, quien por unos días compartió con Francisco Pacheco[ 50 ] el liderazgo de los indígenas de la sierra, desde la cárcel de Ensenada escribió en julio de 1912 una carta a Francisco I. Madero en la que aseguraba haber sido maderista.[ 51 ] De hecho, luego de terminada la contienda, Guerrero entregó sus armas en Mexicali, tratando de quedar bajo protección de los tratados de Ciudad Juárez. Rodolfo L. Gallego, quien quedó bajo la bandera maderista, como subprefecto político de Mexicali, lo recibió con agrado y le dio el cargo de policía.[ 52 ] Dadas las presiones en su contra de residentes de la población de Ensenada, Guerrero abandonó el cargo al poco tiempo y se internó en Estados Unidos donde se le involucró, según algunos informes, con Tirso de la Toba, un miembro del PLM que en los últimos meses de 1911 y los primeros de 1912 trató de reiniciar el movimiento armado en la frontera.

La realidad es que Guerrero no se puso en contacto con De la Toba y, a principios de septiembre de 1911, se presentó en Ensenada, lugar donde algunos residentes trataron de darle muerte. Todo indica que Manuel Gordillo Escudero, jefe político y militar del entonces Distrito Norte de Baja California, le hizo algunas promesas de darle un reconocimiento como revolucionario,[ 53 ] pero en Ensenada se le instauró un proceso judicial bajo la acusación de asesinato, robo e incendio. Guerrero se defendió como revolucionario maderista, pero de nada le sirvió porque fue condenado a muerte, aunque escapó cuando lo trasladaban hacia una prisión de Guadalajara en 1913. Por su parte, los indígenas que combatieron a su lado, kiliwa y pai-pai, tampoco trataron de continuar la lucha y se refugiaron en la zona de La Berrenda. Otros, de la ranchería de Jamau, once en total, y que al parecer fueron los que estuvieron por unos días en el grupo de Francisco Pacheco, se retiraron de la contienda armada en el mes de abril. En junio, Lerdo González, ranchero voluntario que conocía muy bien la región y que hablaba cuando menos una de las lenguas indígenas, acompañado de varios kumiai, se enfrentó a este grupo en la ranchería de Jamau y mató a nueve de ellos.[ 54 ] Cabe señalar que el motivo del enfrentamiento no tuvo que ver con probables intenciones de reiniciar el movimiento armado por parte de los indígenas, sino que fue en venganza por la muerte de rancheros tecatenses, por lo que no se puede hablar ni de magonismo ni de maderismo.

Se podría argumentar que, en el mes de abril, los que para entonces eran líderes del movimiento, Francisco Salinas y Carl Ap Rhys Pryce, hicieron una declaración conjunta para señalar que buscaban establecer el socialismo. En efecto, el 24 de abril, en medio de muchas dificultades internas se realizó esta afirmación, pero como hemos señalado, si ése era el objetivo de los hombres en armas, ¿por qué un mes después aceptaron los tratados de Ciudad Juárez los hombres que ocupaban Mexicali? Por otro lado, Pryce, tres semanas después también declaró estar de acuerdo en que la bandera de Estados Unidos ondeara en Tijuana y en fecha posterior le mandó una carta a Madero para indicarle que era partidario de su movimiento. ¿Era, entonces, un auténtico socialista? Años después, Pryce se alistó para combatir en la Primera Guerra Mundial como parte del ejército inglés y recibió varias condecoraciones por su participación en los combates.[ 55 ] De haber seguido las pautas de Flores Magón no se hubiera alistado ni le hubiera ofrecido disculpas a Madero.

En el caso de Salinas, todo indica que le interesó más solucionar sus diferencias con Celso Vega, quien lo había acusado de robo años atrás, cuando Salinas trabajaba en la aduana de Tijuana. En distintas ocasiones hizo públicos varios retos a golpes a Vega, a través del Calexico Chronicle.[ 56 ] Salinas vivía desde años atrás en el condado de San Diego y luego de tener dificultades con Pryce regresó a Estados Unidos. En fechas posteriores fue invitado a unirse a los intentos revolucionarios de Tirso de la Toba, pero se negó. Por otro lado, si la intención hubiera sido obedecer las órdenes de Flores Magón, los enfrentamientos entre Pryce y Salinas se habrían solucionado fácilmente, pero la realidad es que esto no sucedió.

Cabe señalar que, en el mes de marzo, una partida de 107 mexicanos enviados por la junta del PLM desde Los Ángeles, California, se sumó al movimiento. Su integración se realizó en un momento en el que los problemas entre extranjeros y mexicanos se encontraba en un punto muy álgido. No es posible determinar cuántos desertaron -como en el caso de Miguel Bravo señalado en párrafos anteriores- ni cuántos de ellos fueron los que aceptaron los tratados de Ciudad Juárez o se sumaron a las fuerzas de Gallego, o acompañaron a Pryce a Tijuana. Lo cierto es que como seguidores de las ideas de Flores Magón no tuvieron impacto en términos de importancia en el movimiento.

Tijuana: los conflictos de la insurgencia

Mientras el grupo que permaneció en Mexicali hasta el mes de junio realizó acuerdos de paz en función de los tratados de Ciudad Juárez, el que ocupó Tijuana el 9 de mayo, al mando de Carl Ap Rhys Pryce, no se apegó en su conjunto a los mencionados acuerdos. Esto no significa que entre los miembros de la tropa no hubiera quienes se mostraran afectos a sumarse al maderismo o se retiraran del lugar por considerar que su objetivo ya estaba cumplido. De hecho, desde que se supo por la prensa del sur de California que había algunas pláticas entre los representantes maderistas y los del gobierno de Porfirio Díaz, se empezó a discutir en el sentido de apegarse a lo que allí se asentara. Pryce debió aclarar que actuaban de manera independiente de Madero. Sin embargo, hubo casos como el de Bob Mitchell, de 21 años de edad, y de otros tres estadounidenses menores de edad, que abandonaron el grupo armado y se dirigieron a San Diego, lugar en el que fueron entrevistados por periodistas. Mitchell criticó severamente las acciones de Pryce y afirmó que junto con sus compañeros se dirigía a Ciudad Juárez a sumarse a Francisco I. Madero.[ 57 ]

En los siguientes días, la principal discusión entre los hombres que ocuparon Tijuana fue acerca de las posibilidades de anexión de la Baja California a Estados Unidos. Incluso hubo unas declaraciones de Carl Ap Rhys Pryce -magnificadas por el San Diego Union, diario que no quería la anexión- acerca de la factibilidad de que ello sucediera. De igual forma, Pryce tuvo relación directa con Richard Ferris, un promotor de espectáculos de California que, a principios de febrero, había solicitado la formación de la "república de Díaz", además de publicar la solicitud para que 1 000 hombres armados se le unieran en su campaña de anexar la península a Estados Unidos.

Pryce y Ferris pasearon juntos por las calles de San Diego, donde ensenadenses y tijuanenses refugiados en dicho lugar los vieron acompañados, hecho que ha formado parte de la tradición oral, en el sentido de demostrar que existía un pacto para apoderarse de territorio mexicano. La realidad es que Pryce no hizo caso de las propuestas de Ferris. Por otro lado, es importante señalar que Pryce tuvo un encuentro con John Kenneth Turner, quien le sugirió que abandonara a Flores Magón y se pasara al maderismo.[ 58 ] Pryce no aceptó la propuesta en ese momento a pesar de las presiones de Kenneth Turner. Es importante destacar que Pryce se sumó al movimiento armado luego de leer México bárbaro, de Turner, por lo que seguramente éste creyó que tendría alguna influencia sobre él. Por otro lado, se debe tomar en cuenta que Turner, de ser uno de los principales apoyos de Flores Magón al inicio del movimiento -consiguió armas y municiones, además de realizar una activa propaganda en California-, hacia el mes de mayo era un maderista más; incluso la fama de Turner proviene no de su apoyo a Flores Magón, sino a Madero, a quien defendió en publicaciones de Estados Unidos.

Sin embargo, el tema del maderismo fue hecho a un lado por el de la anexión y las diferencias raciales. Durante los primeros días de junio, Richard Ferris cobró especial importancia en el movimiento al relacionarse con Louis James, un auténtico filibustero que trató de convencer a los ocupantes de Tijuana de la validez del proyecto de Ferris y de que era necesario desvincularse del PLM. Pryce se fue de Tijuana debido a la imposibilidad de unificar a los insurgentes, quienes tuvieron una serie de enfrentamientos internos, en los que las diferencias raciales fueron el problema fundamental.

Fernando Palomares, uno de los agentes del PLM, viajó de Tijuana a Los Ángeles para informar de la situación a Flores Magón y para dar nuevas instrucciones -a las que los líderes del movimiento armado no hicieron caso-, y declaró el 5 de junio a un periodista del San Diego Union: "estamos tratando de impedir que cualquier prejuicio racial se convierta en un factor importante de la revolución en Baja California".[ 59 ] Pero los acontecimientos de los siguientes días señalan que no fue posible terminar con el problema, ya que varios mexicanos, así como los indígenas que acompañaban a Emilio Guerrero, se separaron del grupo que ocupaba Tijuana. En total, fueron alrededor de 40, entre indígenas de Baja California y mexicanos que se retiraron hacia el sur del distrito como resultado de las disputas. Como ya señalamos, los indios encabezados por Emilio Guerrero no volvieron a tomar las armas, a pesar de la insistencia en ello. Óscar García, quien lideró a los mexicanos que se fueron hacia el sur, se presentó a los pocos días en Mexicali. Esteban Cantú afirmó haberlos desarmado, pero no señala detalles acerca de cómo aceptaron ser pacificados ni bajo cuáles condiciones. Lo cierto es que tampoco trataron de continuar con el movimiento armado, de acuerdo a las pretensiones de Flores Magón.[ 60 ]

Jack Mosby, quien para entonces era el jefe del grupo, se vio obligado a aclarar que no tenía ninguna relación con Ferris, ya que empresarios estadounidenses arribaron a Tijuana a ofrecer su capital para buscar la anexión de la península.[ 61 ] De igual forma, Mosby publicó que su movimiento estaba ligado al PLM y que por tanto no aceptaría los tratados de Ciudad Juárez. Al respecto señaló:

No se está librando una lucha por los intereses de Dick Ferris y los capitalistas estadunidenses, sino únicamente por los intereses de la clase trabajadora.

Baja California no se separará del resto de México, sino que la revolución continuará en todos los estados del país hasta que los mexicanos sean liberados del despotismo militar y de la esclavitud presentes, hasta que sea abolido el peonaje y las tierras sean restituidas al pueblo, que les fueron robadas por los capitalistas mexicanos y extranjeros.[ 62 ]

A pesar de las declaraciones de Mosby, en las que plasmó las ideas de Flores Magón, varios integrantes de la tropa no compartieron la opinión de mantenerse en la lucha. Desde la elección de Mosby, a principios de junio, ocurrieron desacuerdos muy serios que afectaron al contingente armado. Durante la segunda semana de junio hubo enfrentamientos entre indígenas y extranjeros, así como la pretensión de Louis James de organizar un grupo armado para atacar a Jack Mosby desde territorio estadounidense.[ 63 ]

También se sumaron otros dos factores importantes. En primer término se supo que Rodolfo L. Gallego se había levantado en Mexicali con la bandera maderista, lo que provocó desilusión entre los ocupantes de Tijuana, ya que con ello quedaban desprotegidos por un costado.[ 64 ] El otro factor fue que el secretario de Estado norteamericano permitió que tropas mexicanas pasaran el 7 de junio por territorio estadounidense para atacar a los insurgentes de Baja California.[ 65 ] Al conocerse la noticia, puso mayor presión entre los ocupantes de Tijuana, y, mientras algunos empezaron a desertar, otros planearon la posibilidad de entregar las armas de acuerdo con los tratados de Ciudad Juárez. No es posible determinar la cantidad de hombres que abandonaron el movimiento en esos días. Las fuentes hemerográficas no permiten saberlo y otros autores que han tratado el tema tampoco lo han podido establecer. Se estima que fueron alrededor de 300 hombres los que atacaron Tijuana los días 8 y 9 de mayo, y se menciona que quienes enfrentaron el 22 de junio a Celso Vega eran alrededor de 200, lo que hace suponer que en las dos primeras semanas de junio por los conflictos que se presentaron -y no sólo por unirse a Madero- se retiraron del poblado fronterizo. Como ya asentamos en otra parte del trabajo, José María Leyva y Jesús González Monroy fracasaron en su propósito de firmar acuerdos de paz.

Entre los 106 estadounidenses que cruzaron la frontera para entregar las armas, algunos eran desertores del ejército de Estados Unidos -el propio Mosby-, otros eran buscados por la justicia por algunos delitos y la mayoría miembros de la IWW. En este sentido cabe asentar que la prensa del sur de California sólo hizo hincapié en las dos primeras categorías. Ante la victoria de Madero, un periódico que apoyó el movimiento armado en Baja California, como el San Diego Sun -con la intención de luego buscar la anexión de la península, propósito que este diario manifiesta de 1885 cuando menos-, guardó silencio acerca de los estadounidenses anarquistas que formaron parte del grupo armado. De otros diarios que siempre subrayaron el carácter pendenciero de los hombres en armas -interpretación que retoma Blaisdell; de allí que en su libro los extranjeros que participaron en el movimiento sean siempre vistos como relegados sociales, sin rescatar la importancia que tenían los socialistas y los anarquistas en California-, como el San Diego Union y el San Diego Evening Tribune, no debe extrañar que, entre las descripciones de los hombres que cruzaron la frontera, se destaque únicamente a quienes tuvieron antecedentes penales o eran desertores del ejército o la armada naval.

El maderismo en Ensenada

No hemos encontrado manifestaciones a favor de Madero en el Distrito Norte de Baja California antes de que se iniciaran las acciones armadas. De hecho, hablar de precursores, hasta el momento, resulta una falsedad. Todo indica que fue la coyuntura del movimiento armado la que propició que el descontento que había con el gobierno de Celso Vega se manifestara abiertamente. Un grupo de comerciantes, encabezado por Eulogio Romero, los abogados Juan B. Uribe, Joaquín Piña y Saviñón, Jesús Páez Sedas y por David Zárate, aprovechó la coyuntura para realizar demandas civilistas, acordes con el maderismo urbano de todo el país, en el sentido de solicitar autonomía municipal, separación de los militares del poder y el nombramiento de un antiguo residente para dirigir el gobierno del Distrito. Cabe señalar que varios de los mencionados estaban ligados a la Compañía Inglesa, concesionaria de una gran cantidad de tierra, como en el caso de Páez Sedas, Romero y Piña y Saviñón, mientras que Juan B. Uribe fue un crítico de la empresa colonizadora.

En el mes de marzo, cuando ya había una respuesta nacionalista ante lo que se consideraba una probable invasión del gobierno de Estados Unidos, al realizarse los enfrentamientos de Tecate, en los que salió triunfador el capitán Justino Mendieta con 70 hombres del VIII Batallón de Infantería y varios rancheros de la zona que sirvieron de guías, la gente de Ensenada se abrazó en las calles, gustosa por la victoria.[ 66 ] Es decir, poco se puede afirmar en el sentido de que apoyaran la revolución. Pero, en los días siguientes, además de descubrir que la celebración fue precipitada, y como el VIII Batallón de Infantería se fue de Ensenada a Mexicali con el objetivo de proteger las obras de irrigación, el ánimo cambió y surgieron las críticas a Celso Vega. Como asentamos páginas atrás, a mediados de marzo, una fuerza dirigida por Simón Berthold ocupó el poblado minero de El Álamo y durante todo el mes de abril hubo la amenaza constante de que se atacara el puerto de Ensenada. En ese contexto se inició la oposición a Vega. Se le acusó de estar coludido con los filibusteros -utilizamos la palabra en concordancia con la afirmación de los acusadores de Vega- y se marcó la pauta para las demandas civilistas ya mencionadas. El 7 de abril, el cónsul estadounidense en Ensenada informó:

Prácticamente todos los hombres de negocios se oponen al jefe político Celso Vega. La oposición ha existido por largo tiempo, pero la insatisfacción se ha desparramado desde que los ciudadanos consideran que Ensenada no ha sido adecuadamente protegida de las amenazas del ataque.[ 67 ]

Si bien, remarca Schmucker, existe una inconformidad anterior, es evidente que el detonante era la falta de seguridad. La crítica se incrementa a partir de la inactividad de Vega y porque sus vidas y propiedades estaban amenazadas por los hombres que ocupaban El Álamo. Los inconformes enviaron documentos a la ciudad de México, Guadalajara y San Diego para solicitar el retiro de Celso Vega. A finales de abril, el cónsul estadounidense informó: "creo que los ciudadanos se negarán a ayudar al gobernador en la defensa de Ensenada".[ 68 ] Por otro lado, cabe señalar que aún no hay referencias acerca de seguir a Madero, aunque las demandas, como ya asentamos, van en el orden de lo asentado por el hacendado coahuilense en las diferentes ciudades del país. En ese sentido cabe señalar que no se trata de una idea de Madero, sino de una serie de propuestas de las elites citadinas que ya existían y que él recogió en su campaña presidencial.[ 69 ]

Con la toma de Tijuana, a principios de mayo, muchos residentes de Ensenada se trasladaron en barco a San Diego y varios de ellos participaron en la organización de la Junta de Defensores de la Integridad Nacional. Para entonces se conocía también de la toma de Ciudad Juárez. El 13 de mayo, 141 ensenadenses desembarcaron en San Diego, hecho que llamó la atención de varios reporteros. Uno de los refugiados, de quien por desgracia no aparece su nombre, señaló:

El general Pryce cometió un gran error cuando anunció que él no estaba afiliado con Madero. Él hubiera encontrado comparativamente pequeña resistencia si hubiera atacado Ensenada y la gente pensara que estaba peleando por Madero. Yo creo que el sesenta por ciento de los ciudadanos de la ciudad y la mitad de los soldados del ejército se harían maderistas.[ 70 ]

La afirmación no puede ser dejada de lado, como ha sucedido hasta la fecha. No se trata de demostrar que los residentes de Ensenada eran maderistas, porque resulta otra afirmación peligrosa, pero sí refleja cómo la ola maderista impactó a los habitantes del puerto y cómo luego del triunfo de éste y el avance del contingente armado provocó que esa posibilidad se viera como una tabla de salvación a la que se hubieran unido sin mucho problema. Ya en San Diego varios ensenadenses se dedicaron a reclutar mexicanos residentes en ese lugar para que fueran a luchar a Baja California para defender el territorio nacional de lo que se consideraba una invasión en la que estaba involucrado el gobierno de Estados Unidos y, para ese entonces, también el presidente del PLM, ya que varios de los miembros del partido de San Diego trataron de contrarrestar la organización de los trabajadores mexicanos que vivían en dicho lugar.

Desde San Diego, el abogado Joaquín Piña y Saviñón, como presidente de la Junta de Defensores de la Integridad Nacional, atacó duramente a Celso Vega ante el presidente provisional Francisco León de la Barra, acusándolo de estar coludido con el filibusterismo que asolaba el Distrito -de acuerdo con los términos utilizados por Piña y Saviñón. Aprovechó, además, para realizar las demandas políticas y civilistas ya comentadas.[ 71 ] En agosto de ese año el licenciado Juan B. Uribe viajó a la ciudad de México con el fin de exponer sus propuestas ante Francisco I. Madero. Cabe señalar que en los años siguientes los comerciantes ensenadenses mantuvieron la lucha por su objetivo, logrando algunas de sus metas. El momento de mayor relevancia fue de agosto de 1920 a noviembre de 1923, cuando los gobernantes fueron de carácter civil y uno de ellos, Epigmenio Ibarra, nativo de Real del Castillo, ocupó el cargo de gobernador.

El otro maderismo en Mexicali-Caléxico

La ola maderista llegó también a Caléxico, California, donde -como ya mencionamos- los residentes mexicanos del poblado de Mexicali se refugiaron durante los casi seis meses que duró la ocupación del lugar. Se trataba de un maderismo tardío que tomó carácter electoral y de lucha por la separación del ayuntamiento de Ensenada. En efecto, el 8 de junio, cuando Rodolfo L. Gallego declaró su adhesión al Plan de San Luis, apoyado por el cónsul Enrique de la Sierra y los dueños de la Colorado River Land Company y el ferrocarril South Pacific, y dado el inicio de las negociaciones de paz, los mexicalenses realizaron varias reuniones con la intención de oponerse a que Gallego se quedara con el poder local. El 15 de junio, en Caléxico, se eligieron autoridades para el momento en que se recuperara Mexicali; en ellas se eligió a Ricardo Rangel como subprefecto político. De inmediato, con el lenguaje de moda, enviaron dos escritos, uno a León de la Barra y "el otro, al jefe de la revolución triunfante ciudadano Francisco I. Madero, para que, en las órbitas de sus respectivas atribuciones y como una manifestación positiva de sus ideas democráticas, procuren que la voluntad del pueblo sea atendida". Posteriormente se lanzaron contra el cónsul De la Sierra y Rodolfo Gallego:

Que se reitere por escrito la protesta cablegráfica que antier [ sic ] se dirigió al señor presidente de la república, contra el señor cónsul mexicano don Enrique de la Sierra, por haber entregado la plaza de Mexicali al filibustero Rodolfo Gallegos y a treinta hombres que antes puso a disposición de los anarquistas.[ 72 ]

La mención de Gallego como filibustero se debe a la intención de no referir que fue él quien se unió al Plan de San Luis con antelación. Luego de realizar una serie de acusaciones solicitaron que "sea erigida en municipio la sección de Mexicali, que hoy depende del ayuntamiento de Ensenada". Este grupo se mantuvo unido hasta finales de junio. Con la llegada de Esteban Cantú intentaron que se eliminara la presencia de Gallego; pero, lejos de ello, Cantú celebró elecciones en el lado mexicano, en las que el triunfador fue Rodolfo Gallego, quien quedó como subprefecto político hasta finales de año. Ricardo Rangel denunció que las elecciones se realizaron el 7 de julio y la convocatoria para ello circuló hasta el día 8, por lo que debían ser consideradas ilegales. Señaló que Cantú autorizó

con su presencia [...] y fue designado como subprefecto el señor Gallego, por su gente armada y la que militó a sus órdenes [...] asegurándose que del valle de Mexicali sólo votaron 15 personas, entre las que figuran indígenas cucapha [ sic ] que antes de ir a los comicios dejaron sus armas por el rancho Pascualitos, en poder de sus compañeros alzados, a las órdenes de Manuel Cabrera, Ramón Sáenz y el capitán Vicente, a quien los puso en estado de rebelión Francisco Piña, por sugestiones de Gallego.[ 73 ]

La denuncia no le sirvió de nada a Rangel. Por otro lado, al señalar lo anterior, confirma lo que hemos señalado en otros trabajos: la participación de rancheros mexicalenses que, paradójicamente, tenían pleitos con la Colorado, como Gallego y Cabrera, mismos que buscaron apoyo con los indígenas -el capitán Vicente era el jefe en El Mayor, donde ubicaba la concentración más numerosa de indígenas cucapá- pero que al final de la contienda en Baja California terminaron aliados de los empresarios de "la Colorado" y el ferrocarril South Pacific. ¿Qué recibieron a cambio? En el caso de Gallego es evidente: la subprefectura política, en la que se enriqueció con permisos para la apertura de cantinas y casinos de juego -práctica que otros desarrollarían más adelante y que Cantú perfeccionó con magistral sabiduría-; pero aún falta conocer lo referente a los indios y a los otros rancheros. Así, con extrema rapidez el maderismo se había apoderado de Baja California.

Consideraciones finales

Si resulta equívoco hablar de magonismo en Baja California, decir que los bajacalifornianos se volvieron maderistas resulta otra afirmación peligrosa. Más adelante, el único que protestó por la muerte de Madero fue Rodolfo L. Gallego, lo que le valió enfrentarse a Esteban Cantú y ser derrotado. Ni en Ensenada ni en Mexicali se levantaron voces de indignación. De allí que el impacto del maderismo debe tomarse como el resultado de una revolución triunfante que ofrece posibilidades de movilidad política. No es casual que fueran los residentes de los poblados los que resaltaran el civilismo y la autonomía municipal, banderas que Madero a su vez retomó del sentir en otras ciudades del país y que estaban lejos de representar cambios estructurales en la economía capitalista, de la que Madero era un apologista. El detractor de dicho proyecto, Ricardo Flores Magón, trató de iniciar su revolución a la par que Madero; pero, así como en otros estados del norte de México aquél terminó por ser rebasado por los maderistas,[ 74 ] en el caso de Baja California sucedió de manera semejante -respetando las obvias particularidades- con la mayoría de los mexicanos que participaron, ya fueran residentes de la localidad o no.

El 24 de junio, dos días después de la derrota en Tijuana, Flores Magón le dio instrucciones a Tirso de la Toba para continuar la revolución. Le escribió que se fuera a los pueblos del interior de la península y que les dijera a los indios que tomaran las tierras y que incitara al pueblo a tomar lo que necesitaran. De la Toba no se fue al interior, sino que permaneció en Estados Unidos, cerca de la frontera, amenazando de manera constante el reinicio de la revolución. No logró reunir más de una veintena de hombres, a pesar de que existen informes que mencionan que tenía un grupo numeroso. Todavía en 1912 De la Toba realizó algunas incursiones infructuosas. Margarita Ortega, en 1913, realizó otro intento, pero fue denunciada y posteriormente fusilada.

En cuanto a las cifras, los siguientes comentarios son sólo aproximaciones. Sin negar que hubo auténticos seguidores de Flores Magón en el movimiento armado en Baja California, la cantidad de mexicanos que por uno u otro camino se pasaron al maderismo es muy significativa para ser ignorada. De hecho, la excepción la marcan los que permanecieron con el PLM. Los análisis que se han hecho hasta ahora han considerado que los integrantes del grupo armado eran magonistas, sin matizar la afirmación, que, como hemos visto, no puede seguirse sosteniendo de dicha forma. Prácticamente la mitad de quienes estuvieron involucrados en el movimiento armado en Baja California tomaron el camino del maderismo, ya fuera durante algún momento del desarrollo de la contienda o al final, cuando aceptaron firmar los tratados de Ciudad Juárez. En el caso de los mexicanos en lo concreto prácticamente fue una regla pasarse al maderismo.

En Mexicali, el caso más numeroso fue el de Rodolfo L. Gallego, con alrededor de 90 hombres, más los que aceptaron la indemnización, que a pesar de las cifras de De la Sierra -100- varios de ellos eran los mismos que se pasaron con Gallego, por lo que es factible que hablemos de 50 ó 60 que se retiraron con el dinero en los bolsillos. Con ello estamos hablando de alrededor de 150 individuos, aunque no todos eran mexicanos.

No es posible determinar la cantidad en lo que respecta a Tijuana, ya que las fuentes no permiten identificar el número que decidió abandonar la lucha con la intención de unirse al maderismo. Sólo podemos señalar que hubo discusiones al respecto, y que al conocerse lo sucedido en Mexicali, las deserciones se incrementaron. Lo que sí es un hecho es que, luego de los acontecimientos de las primeras dos semanas de junio, Emilio Guerrero y Óscar García se retiraron con 40 hombres hacia los poblados del sur de Ensenada, y, a pesar de la invitación de seguir la lucha, ni García ni Guerrero aceptaron continuar los enfrentamientos. García llegó a Mexicali a fines de junio y entregó las armas junto con sus hombres a Esteban Cantú; Guerrero lo hizo un mes después ante Rodolfo L. Gallego, su antiguo compañero, con quien había organizado la toma de Mexicali.

Es importante indicar que luego de la derrota militar, el 22 de junio, 106 estadounidenses cruzaron hacia su país y cerca de 75 hombres, en su mayoría mexicanos, se fueron a Tecate.[ 75 ] Es probable que algunos de ellos se unieran a los intentos posteriores de Tirso de la Toba por reiniciar la revolución en el Distrito. Sin embargo, no existen datos fidedignos que nos confirmen o contradigan esa posibilidad. Al parecer, entre ellos hubo indígenas del sur de California que se sumaron al grupo insurgente para vengarse de la muerte de algunos de sus familiares del lado mexicano, pero ese dato tampoco lo hemos podido precisar.[ 76 ] Lo evidente es que su desbandada no tuvo repercusiones posteriores. Curiosamente, fue un estadounidense, Jack Mosby, desertor del ejército de los Estados Unidos, el mismo que le ofreciera al ranchero Newton House la presidencia de la república cuando ocupaban el poblado El Álamo, el que se declaró magonista y llevó a sus hombres hasta la última batalla, señalando claramente que la lucha era en contra del capital.

Así, a pesar de las intenciones de Flores Magón de identificarse como un movimiento armado diferente al de Francisco I. Madero, el triunfo de éste en Chihuahua arrastró consigo los acontecimientos en Baja California y quienes al parecer seguían al presidente del PLM lo abandonaron con suma facilidad. En cuanto a los maderistas tardíos, esto se debe entender en el contexto de las disputas locales por el poder. Cualquier idealización nos conduciría a una interpretación errónea de los acontecimientos.

[ 1 ] Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Autónoma de Baja California.

[ 2 ] Salvador Hernández Padilla, El magonismo: historia de una pasión libertaria 1900-1922, México, Era, 1984 (Colección Problemas de México), p. 136-165.

[ 3 ] Lawrence Douglas Taylor, La campaña magonista de 1911 en Baja California, Tijuana, El Colegio de la Frontera Norte de México, 1992, 140 p.

[ 4 ] Lowell L. Blaisdell, La revolución del desierto. Baja California, 1911, traducción de Federico Campbell, México, Secretaría de Educación Pública, Universidad Autónoma de Baja California, 1993, v. 2, 305 p. (Colección Baja California: Nuestra Historia).

[ 5 ] Santiago Portilla, Una sociedad en armas, México, El Colegio de México, 1996, p. 289-314.

[ 6 ] Rómulo Velasco Ceballos, ¿Se apoderará Estados Unidos de América de Baja California? La invasión filibustera de 1911, México, s. e., 1920, p. 173.

[ 7 ]José López Portillo y Weber, "La campaña en Baja California en 1911", Memorias de la Academia Mexicana de la Historia, México, t. XV, octubre-diciembre de 1956, p. 406-433.

[ 8 ] Como ejemplo, véase Enrique Aldrete, Baja California heroica, México, 1958, p. 27-92. Se trata de un informe escrito en febrero de 1912, en el que se puede conocer la visión de los acontecimientos en un momento posterior a los sucesos.

[ 9 ] Para detalles de las tesis que existen sobre los acontecimientos de 1911, véase Marco Antonio Samaniego López, "Nacionalismo y revolución: paradojas de un movimiento armado acusado de separatismo", Memoria del Seminario de Historia de Baja California, Ensenada (Baja California), 1996, p. 133-161.

[ 10 ] Hacemos esta aclaración debido a que algunos de los autores que han tratado el tema aseguran que todo se trató de un plan de la prensa estadounidense para desprestigiar a Flores Magón, pero, luego de la revisión de la hemerografía, nos hemos dado cuenta de que la campaña en general no existió, sin eliminar el hecho de que algunos periódicos, en lo particular Los Ángeles Times o el San Diego Evening Tribune, sí trataron de desprestigiar al movimiento, pero no con el mote de filibusteros, sino con el de bandidos y ladrones. Por otro lado, diarios como el Calexico Chronicle, Imperial Valley Press y San Diego Sun apoyaron al movimiento armado en Baja California con la intención real de que ésta formara parte de Estados Unidos, pero ninguno le dio el mote de filibusteros ni habló mal del movimiento, sino que por el contrario, trataban de justificar el triunfo de los insurgentes con la intención de que, una vez en el poder, los ganadores solicitaran la anexión a Estados Unidos.

[ 11 ] Es importante señalar que estas categorías han sido analizadas en Marco Antonio Samaniego López, Los acontecimientos de 1911 en Baja California, de próxima edición. En este trabajo se menciona cómo un mismo individuo puede estar en dos de las categorías. Para el presente trabajo, las mencionamos en forma general por razones de espacio.

[ 12 ] Alan Knight, La Revolución Mexicana. Del Porfiriato al nuevo régimen constitucional, México, Grijalbo, 1996, t. I, p. 270-274.

[ 13 ] Tanto Pablo L. Martínez como Lowell L. Blaisdell han señalado que la idea de filibusterismo fue de Celso Vega, pero ninguno de los dos lo demuestra. Martínez se basa en un documento de 1931 en el cual Arturo M. Elías colabora con José María Leyva y ofrece muchos datos erróneos. Blaisdell cita un documento publicado en los periódicos de California, pero en el escrito de Vega no existe mención de filibusterismo.

[ 14 ] Los Ángeles Examiner, 11 de abril de 1911. Acta del 7 de julio de 1911 levantada por un grupo de residentes de Mexicali refugiados en Caléxico, en la que denuncian a Feliciano B. Esparza como el encargado de hacer campaña en favor del Partido Liberal Mexicano y de repartir el semanario Regeneración. Véase Josefina E. de Favela, Documentos históricos de la Revolución Mexicana. Actividades políticas y revolucionarias de los hermanos Flores Magón, México, Comisión de Investigaciones Históricas de la Revolución Mexicana, Jus, 1966, t. X, p. 306-307.

[ 15 ] Debido a las condiciones del terreno, la única forma que encontraron los empresarios del Valle Imperial, California, para desarrollar la agricultura, fue construyendo los canales de irrigación por territorio mexicano. De esa manera se utilizaron las aguas del río Colorado desde los primeros años del siglo XX. Por ello los rancheros de Valle Imperial solicitaron la anexión desde el inicio de la década.

[ 16 ] San Diego Sun, 6 de febrero de 1911.

[ 17 ] San Diego Union y San Diego Evening Tribune, 20 de febrero de 1911.

[ 18 ] New York Times, New York Herald, 14 de febrero de 1911, respectivamente.

[ 19 ] La mayoría de los diarios de California dieron a conocer esta noticia los días 22 y 23 de febrero. De igual manera sucedió con los periódicos de la ciudad de México. Como ejemplo véase Los Ángeles Herald, 22 de febrero de 1911. El Imparcial, 24 de febrero de 1911, señala: "El apóstol socialista Berthold ha declarado enfáticamente que sus proyectos sobre la Baja California son los de establecer una república socialista, para lo cual solicitó apoyo de las congregaciones socialistas Gran Unión Norteamericana y de todo el mundo correligionario."

[ 20 ] Véase documento en Rómulo Velasco Ceballos, ¿Se apoderará Estados Unidos de América de la Baja California? La invasión filibustera de 1911, México, s. e., 1920, p. 62.

[ 21 ] La mayoría de los diarios de California y de la ciudad de México dan cuenta de este acontecimiento. Como ejemplo véase San Diego Sun, 1 de marzo de 1911, y El Diario, 3 de marzo de 1911.

[ 22 ] San Diego Evening Tribune, 2, 3, y 4 de marzo de 1911.

[ 23 ] San Diego Union, 10 de marzo de 1911.

[ 24 ] La noticia de la división apareció en California y en la ciudad de México. La mayoría manejó la noticia en el sentido de que el intento de formar la republica socialista que señaló Berthold se había diluido. Los Ángeles Herald, 8 de marzo de 1911. Por su parte, El Imparcial del 9 de marzo publicó: "Sin disparar un solo tiro los aventureros y filibusteros que pretendían haber establecido una república socialista en la Baja California con capital en este lugar, han sido derrotados. La derrota fue ocasionada por sus mismos elementos. Cuando los federales lleguen, es probable que no encuentren un solo hombre con quien luchar".

[ 25 ] El 12 de marzo de 1911, José López amenazó retirarse a Sonora para unirse a los maderistas en caso de que no se iniciara el avance sobre Ensenada; véase Los Ángeles Herald, 13 de marzo de 1911.

[ 26 ] Declaraciones de Francisco Salinas a un reportero del diario Los Ángeles Herald, 2 de mayo de 1911.

[ 27 ] Calexico Chronicle, 9 y 10 de abril de 1911. Este diario consideró injusto el enfrentamiento y destacó que combatieron 80 miembros de la Legión Extranjera al mando de Williams contra 400 a las órdenes de Mayol. En sus comentarios considera a Williams como un héroe.

[ 28 ] Calexico Chronicle, 25 de abril de 1911.

[ 29 ] Las constantes disputas se localizan en los diarios San Diego Union, San Diego Evening Tribune y San Diego Sun. Los primeros dos estaban en contra del movimiento armado, mientras que el segundo lo apoyaba, pero con la intención de que a la postre se realizara la anexión de la Baja California a Estados Unidos.

[ 30 ] San Diego Union, 6 de junio de 1911.

[ 31 ] Carta de Emilio Guerrero a Francisco I. Madero, presidente de la república, 12 de julio de 1912, Archivo General de la Nación, Galería Presidentes, Francisco I. Madero, fotocopia en Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California, caja 1, exp. 1.8.

[ 32 ] El 29 de enero de 1911, mismo día de la ocupación de Mexicali, el indígena cucapá Camilo Jiménez envió al también indígena Juan Largo, juez de la ranchería de La Huerta, un mensaje que decía: "apresúrese mi querido amigo, a resguardar la entrada de la sierra con toda su gente y ya triunfamos aquí con facilidad". Por otro lado, el indígena Juan Antonio Choloy confesó ante las autoridades de Ensenada que Camilo Jiménez había hecho propaganda entre ellos durante diciembre de 1910. Véase Rómulo Velasco Ceballos, ¿Se apoderará Estados Unidos de América de Baja California? La invasión filibustera de 1911, México, s. e., 1920, p. 41.

[ 33 ] Otra posible excepción es el caso de Salvador Orozco, quien combatió en la batalla del 22 de junio en Tijuana. Hemos encontrado referencias de que al parecer tenía cierto tipo de problemas mentales. Cuando se retiró de Tijuana fue detenido por militares estadounidenses, quienes lo recluyeron, no sabemos si temporalmente, en un nosocomio.

[ 34 ] San Diego Union, 9 de junio de 1911. La misma información se encuentra en otros diarios del sur de California.

[ 35 ] Carta de Rodolfo L. Gallego a Francisco I. Madero, 18 de noviembre de 1911, en Archivo General de la Nación, Ricardo Flores Magón y sus actividades revolucionarias, en Instituto de Investigaciones Históricas de Universidad Autónoma de Baja California, caja 1, exp. 36.

[ 36 ] Informe de Enrique de la Sierra, cónsul de México en Caléxico, a la Secretaría de Relaciones Exteriores, 21 de agosto de 1911, en Josefina E. de Favela, Documentos históricos de la Revolución Mexicana. Actividades políticas y revolucionarias de los hermanos Flores Magón, México, Jus, 1966, t. X, p. 335-338.

[ 37 ] Esteban Cantú Jiménez, en sus Apuntes históricos de la Baja California, s. e., 1956, da cifras mucho más elevadas en cuanto a los hombres que seguían a Gallego. Además da a entender que eliminó la presencia de Gallego en Mexicali. Sin embargo, esto no resulta cierto, ya que, como señalamos, Gallego se quedó como autoridad política, apoyado por Esteban Cantú. Las afirmaciones que éste hace en sus apuntes son posteriores a los hechos y no podía decir que Gallego tenía la bandera maderista, ya que con ello el desprestigiado sería él. Es importante señalar que el enfrentamiento entre Gallego y Cantú fue dos años después.

[ 38 ] De acuerdo con una carta de Ricardo Flores Magón que le dirige a Francisco Vázquez Salinas, la intención era que Salinas fuera el general en jefe, pero como éste tardó en aceptar, Flores Magón se decidió por José María Leyva. Véase Ricardo Flores Magón a Frank Salinas, 22 de febrero de 1911, en Jacinto Barrera Bassols, Ricardo Flores Magón. Correspondencia (1904-1912), Puebla, Universidad Autónoma de Puebla, 1989, p. 424.

[ 39 ] Ricardo Flores Magón a Ricardo C. Valdez, distribuidor de Regeneración en Caléxico, 15 de marzo de 1911. Ricardo Flores Magón a Frank Salinas, 22 de febrero de 1911, en Jacinto Barrera Bassols, Ricardo Flores Magón. Correspondencia (1904-1912), Puebla, Universidad Autónoma de Puebla, 1989, p. 424.

[ 40 ] Carta pública de Miguel Bravo a Ricardo Flores Magón con la pretensión de que éste se desistiera de las acciones armadas luego de los tratados de Ciudad Juárez, Diario del Hogar, 1 de agosto de 1911.

[ 41 ] Enrique de la Sierra, cónsul de México en Caléxico, a la Secretaría de Relaciones Exteriores, 31 de mayo de 1911, Archivo Pablo L. Martínez de la Universidad de California en San Diego, v. I, exp. 6.

[ 42 ] Jesús González Monroy, Ricardo Flores Magón y su actitud en Baja California, México, Academia Literaria, 1962, p. 153-156.

[ 43 ] Carlos Franco Pedroza señala que Leyva y Monroy participaron hasta el final en los acuerdos de paz; sin embargo, el propio Monroy afirma lo contrario y señala que nunca conoció a Carlos Bernstein, enviado de Sonora para realizar la pacificación y quien obtuvo el reconocimiento de ello. Para detalles, véase Carlos Franco Pedroza, "Los sucesos de 1911", en Mexicali. Una historia, Mexicali, Universidad Autónoma de Baja California, 1991, p. 246-248; y también Jesús González Monroy, Ricardo Flores Magón y su actitud en Baja California, México, Academia Literaria, 1962, p. 159-160.

[ 44 ] Jesús González Monroy, Ricardo Flores Magón y su actitud en Baja California, México, Academia Literaria, 1962, p. 62-63.

[ 45 ] Rómulo Velasco Ceballos, ¿Se apoderará Estados Unidos de América de Baja California? La invasión filibustera de 1911, México, s. e., 1920, p. 47.

[ 46 ] Varios periódicos interpretaron esto como una derrota del movimiento armado y llegaron a ironizar con el hecho de que probablemente al llegar los federales no encontraran con quién combatir. Sin embargo, el 7 de marzo llegaron, provenientes de Los Ángeles, 107 mexicanos, lo que revitalizó el movimiento. Por otro lado, también surgió la opinión de que con la salida de los extranjeros el objetivo de formar una república independiente había desaparecido.

[ 47 ] San Diego Evening Tribune, 13 de marzo de 1911; Los Ángeles Times, 14 de marzo de 1911; San Diego Union, 14 de marzo de 1911. El primero de los diarios citados publicó en su primera página y a ocho columnas la declaración de un grupo de rancheros de Valle Imperial.

[ 48 ] La aclaración de la forma en que murió Cardoza fue proporcionada por Lawrence Douglas Taylor Hansen, a quien le agradezco la información.

[ 49 ] Lowell L. Blaisdell, La revolución del desierto. Baja California, 1911, traducción de Federico Campbell, México, Secretaría de Educación Pública, Universidad Autónoma de Baja California, 1993, v. 2, 305 p. (Colección Baja California: Nuestra Historia), p. 161.

[ 50 ] Francisco Pacheco participó en el movimiento desde los preparativos, e incluso es factible que también haya realizado propaganda entre los indígenas de la sierra, donde era conocido. Durante la contienda, Pacheco ordenó el fusilamiento de tres rancheros de Tecate, Jorge y Concepción Masón y Plácido Mata, lo que le ganó fama de asesino, aun entre los propios miembros del grupo. No sabemos si era un auténtico magonista, ya que fue asesinado a finales de mayo. Una versión señala que fue un pleito por el control de una cantina; otra por disputar el liderazgo con Eulalio Baeza, quien viviera, en años anteriores, en Tecate.

[ 51 ] Carta de Emilio Guerrero a Francisco I. Madero, 1 de julio de 1912, Archivo General de la Nación, Francisco I. Madero, en Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California, caja 1, exp. 8.

[ 52 ] Oficio de Manuel Gordillo Escudero, jefe político y militar del distrito, a la Secretaría de Gobernación, 8 de septiembre de 1911, Archivo General de la Nación, Revolución, en Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California, caja 1, exp. 26.

[ 53 ] Oficio de Manuel Gordillo Escudero a la Secretaría de Gobernación, 8 de septiembre de 1911, Archivo General de la Nación, Revolución, en Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California, caja 1, exp. 26.

[ 54 ] Roger C. Owen, "Participación indígena en la revolución del norte", en Miguel Mathes (comp.), Baja California, textos de su historia, México, Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, Secretaría de Educación Pública-Programa Cultural de la Fronteras-Gobierno del Estado de Baja California, 1988, t. II, p. 320-321.

[ 55 ] Lowell L. Blaisdell, La revolución del desierto. Baja California, 1911, traducción de Federico Campbell, México, Secretaría de Educación Pública, Universidad Autónoma de Baja California, 1993, v. 2, 305 p. (Colección Baja California: Nuestra Historia), p. 271.

[ 56 ] Calexico Chronicle, 29 de marzo de 1911.

[ 57 ] San Diego Evening Tribune, 12 de mayo de 1911; San Diego Union, 13 de mayo de 1911.

[ 58 ] San Diego Sun, 18 de mayo de 1911.

[ 59 ] San Diego Union, 6 de junio de 1911.

[ 60 ] Esteban Cantú Jiménez, Apuntes históricos de la Baja California, s. e., 1956, p. 15.

[ 61 ] San Diego Sun, 3 de junio de 1911. Cabe señalar que este periódico trató de aprovechar el movimiento armado para propiciar la anexión de la península. De hecho, los editores se vieron involucrados desde 1885 en varios proyectos con ese fin. Por otro lado es importante mencionar que nunca utiliza la palabra filibusteros para designar al ejército insurgente.

[ 62 ] San Diego Union, 4 de junio de 1911.

[ 63 ] San Diego Evening Tribune, 9 de junio de 1911.

[ 64 ] San Diego Union, 10 de junio de 1911.

[ 65 ] Telegrama del secretario de Estado estadounidense Philander Knox al gobernador de Arizona, 7 de junio de 1911, National Archives, Washington, 812. 000/2096, consultado en San Diego State University, Political Affairs, rollo 13.

[ 66 ] San Diego Evening Tribune, 19 de marzo de 1911.

[ 67 ] George P. Schmucker al Departamento de Estado, 7 de abril de 1911, National Archives, Washington, S an Diego State University, Political Affairs, rollo 12.

[ 68 ] George P. Schmucker al Departamento de Estado, 26 de abril de 1911, National Archives, Washington, S an Diego State University, Political Affairs, rollo 12.

[ 69 ] Santiago Portilla, Una sociedad en armas, México, El Colegio de México, 1996, p. 45-50.

[ 70 ] San Diego Union, 18 de mayo de 1911.

[ 71 ] Transcripción de la carta de Joaquín Piña y Saviñón enviada a la Secretaría de Justicia, 1 de junio de 1911, Archivo General de la Nación, Flores Magón y sus actividades revolucionarias, en Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California, caja 1, exp. 58.

[ 72 ] Ricardo Rangel a la Secretaría de Gobernación, 19 de junio de 1911, en Josefina E. de Favela, Documentos históricos de la Revolución Mexicana. Actividades políticas y revolucionarias de los hermanos Flores Magón, México, Jus, 1966, t. X, p. 241.

[ 73 ] Oficio de Ricardo R. Rangel a la Secretaría de Gobernación, 11 de julio de 1911, Archivo General de la Nación, Los hermanos Flores Magón y sus actividades revolucionarias, en Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California, caja 1, exp. 9.

[ 74 ] Al hablar de maderismo se debe tener en consideración que se hace sólo de manera temporal, ya que en meses posteriores muchos de los que apoyaron a Francisco I. Madero se volvieron en su contra. Los casos más conocidos son los de Pascual Orozco y Emiliano Zapata.

[ 75 ] Justino Mendieta, capitán del Octavo Batallón De Infantería, a Celso Vega, jefe político y militar del Distrito Norte de la Baja California, 27 de junio de 1911, en Enrique Aldrete, Baja California heroica, México, 1958, p. 266-267.

[ 76 ] San Diego Union, 22 de junio de 1911.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Martha Beatriz Loyo (editora), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 18, 1998, p. 89-120.

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